El patio de una cárcel es un lugar adecuado para establecer una amistad, para volcarse con otra persona como si el mundo solo fuera un binomio de muros y complicidades. Así, la protagonista de Los que lloran solos aborda el relato de su propia vida junto a una confesora accidental que pacientemente la escucha. Dorotea, que así se llama, se acerca a otra reclusa en el patio para contarle como ha acabado ella en prisión y su hijo adolescente en un centro de protección de menores. A partir de esta complicidad, de esta estrategia narrativa, el lector de la novela se adentra en la trama de la historia. Es un texto que se mueve en registros líricos y trepidantes dotados de una factura precisa, de un calibrado milimétrico, de una dosificación medida. los acontecimientos aparecen con la claridad de la flor de los magnolios en este monólogo áspero y tierno a un tiempo.
1ª Edición - Gregorio es un funcionario de cuarenta y siete años que vive con su madre. En su infancia las coordenadas de su minúsculo mundo fueron un padre al que pronto le rodeó las desgana de vivir, una madre que le abrochaba los cuellos pequeños de sus camisas sin dulzura y el amor secreto que sintió hacia su tía Paula. Ahora, en medio del camino de la vida, Gregorio reconoce que ha vivido pendiente de los deseos de los otros y ha olvidado a los suyos. Con una prosa limpia y plena de momentos brillantes en los que se combinan con maestría el pensar y el sentir, Magdalena Tirado narra el desencanto existencial del protagonista y su propósito de renacimiento a otra vida más auténtica: una vida en la que pueda, por fin, atreverse a ser.